Desde hace un tiempo vemos que los museos en Europa pasan por situaciones penosas, falta de personal, frenazo en seco de su agenda cultural, problemas con su mantenimiento y supervivencia, etc.
Esto afecta en mayor o menor medida tanto a los museos públicos como privados. Algunos se han cerrado definitivamente.
El frenazo en seco ha llegado a todos los ámbitos y la cultura no se ha visto ajena.
Siempre existen prioridades y para todos es entendible que exista primero un gasto social. Lo que ya no es tan entendible es que se recorte con el argumento de que la inversión en cultura es un gasto superfluo o un lujo asiático. Ahí discrepamos.
Parece lógico mantener lo rentable, ¿lo son los museos? ¿rentabilidad económica o algo más?
En muchos casos los museos son un reclamo turístico para muchas áreas geográficas, a veces hasta es el único reclamo que existe. Son una de las piezas del motor económico. El mejor ejemplo se ve en el llamado “efecto Guggenheim”.
El francés Xavier Greffe demuestra en su estudio el potencial económico del patrimonio. Según este estudio en el Reino Unido, los museos y el patrimonio cultural generan un volumen de actividad superior al petróleo del Mar del Norte. También en Francia el sector cultural ocupa a más personas que toda la industria de automoción francesa en su conjunto (Renault, Peugeot, Citroën, etc.).
Los museos son educación
Pero no solo es economía, el museo forma. Lo imaginamos como una escuela sin divisiones de cursos, sin exámenes, ni reglas de tipo académico. Pensamos que los museos son educación.
Un museo es capaz de darnos una lección sobre ciencia, matemáticas, historia y otras muchas materias. Por lo tanto un museo puede generar una sociedad más educada. Pero el museo debe seducir a los que lo visitan… y a los que legislan. Invertir en museos no es tirar el dinero. Hay que hacerlo con cabeza, sin proyectos faraónicos y consultando a los profesionales.
Además, comparémoslo con las bibliotecas, ¿alguien se plantea que dejen ingresos? Su rentabilidad se admite que es otra.
El gasto de funcionamiento de los museos puede ser muy dispar, cada uno es un mundo. Nosotros conocemos museos en los que el director es el taquillero, el vigilante, el que abre y cierra el museo,… vamos, que es el único personal. Esto es excesivo y lleva al caos (o que a este director le dé un síncope).
Financiación de los museos
Otra debate es la financiación. ¿Deben ser las entradas la fuente principal de financiación? ¿Cuál es el precio al que se debe poner la entrada? ¿Se debe cobrar por todo tipo de servicios? ¿Se verá afectada la calidad de la visita si cobramos por todo?
En cuanto a lo que nos tocan directamente, las audioguías, pensamos que es frustrante para muchas personas pagar para entrar al museo y si ahora quieren enterarse de algo… a pagar toca.
Somos partidarios de incluirlo en la entrada o de su gratuidad. Y solo en casos muy particulares cobrar por las explicaciones. Creemos que el objetivo principal del museo es que los visitantes salgan habiendo aprendido algo, como repetía el genial Santiago Palomero, antiguo director del Museo Sefardí de Toledo. Pero… cada casa se organiza como quiere y tiene sus motivos. Además, a cada museo le viene bien un modelo de financiación, no existen reglas mágicas.
Algo que sería muy bueno, y no solo para el área de la cultura en el sector público, es que todas las cuentas fuesen públicas, de la primera a la última factura, todos los convenios, colaboraciones, sueldos,… que pongas en google “presupuesto museo de Tal y Cual” y te lleve a su web con todos los detalles.
Esto contribuiría a que así se tendría más cuidado a la hora de gastar más de la cuenta en el caso público. Sobre todo muestra al ciudadano (y contribuyente) que la cultura tiene un coste sí o sí y un personal humano que trabaja duro para que las cosas salgan adelante.
El dinero generado por cada museo debería tener una repercusión directa en cada uno. Esto conduce a que tengan más autonomía: si se lo trabajan verán el progreso directamente.
¿Cultura gratis o de pago?
Este es el eterno debate. Por un lado si se ofrece gratis se podrá acercar muchas más gente a la cultura, pero siempre va a tener un coste, casi todo cuesta dinero. El problema es asumirlo todo o no.
Hay un término medio, una pequeña aportación que no suponga una cantidad astronómica, que incluya descuentos o gratuidad para determinados colectivos o personas en circunstancias diferentes. Está todo inventado: así se hace en la mayoría de museos.
También hay otra serie de servicios que al final pueden contribuir a la financiación como la tienda del museo o la cesión de espacios.
La clave es la sostenibilidad de los museos. Cuanto más sostenibles y más autofinanciados sean menos estarán expuestos al recorte de los presupuestos del gobierno de turno. Esto conduce en muchos casos a su autonomía.
De igual manera está lo medioambiental, que muchas veces hace que los costes fijos del museo sean menores (iluminación led frente a las lámparas de otro tipo, por ejemplo).
Para conocer aquí os dejamos unos estudios sobre lo que hemos hablado o que os podrán interesar,
El impacto de los museos de arte contemporáneo a nivel urbano
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