Un número importante para los museos son las cifras de visitantes. No siempre son públicas y algunas veces, si la fuente no es del propio museo, puede llegar a ser un poco confusa. Un ejemplo lo tenemos en la reciente exposición del Greco en Toledo (España), “El griego de Toledo”.
El periódico “abc “en su edición toledana contaba en un gran titular que “era la exposición más vista en la Historia de España”. 1 millón de visitas, escribían.
Sin embargo el diario “el país”, nos decía que esta exposición recién clausurada había alcanzado los 250.000 visitantes.
¿A quién hacemos caso? Mejor atendemos a lo que diga el propio museo.
Cifras segmentadas
Mucho más complicado es saber las cifras de personas que van en grupo, su nacionalidad o el tiempo que pasan en el interior del museo, etc.
Saber estos datos ayuda al museo a planificar mejor sus instalaciones, preparar contenidos en otros idiomas o saber si hay algo que está fallando.
Si no, los únicos datos que pueden obtener son aquellos que les dan las observaciones y comentarios de los trabajadores que están en las salas, pero en ningún caso cifras exactas.
Un trabajo muy bueno que está realizando el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España es no sólo publicar cifras de visitantes por meses, sino estudiar más datos sobre el público.
Eco mediático
Las personas de los museos lo saben, conocen que es mejor tener visitantes que salgan sabiendo más, pero es indudable que los medios de comunicación se hacen eco de las grandes cifras, de que han superado a los otros museos de la ciudad, de la región o del país.
El eco mediático es necesario para conseguir que tanto los habitantes de la localidad donde se encuentre el museo como los de fuera, lo tengan en cuenta para una próxima visita cultural.
Ante determinadas noticias los ciudadanos reaccionan acudiendo más al museo. El mejor ejemplo es el del Museo de Manchester en Reino Unido, con la figura egipcia que se movía sola. El incremento de visitantes fue notable a raíz de la noticia pero no han doblado la cifra como se puede ver en la página 41 de su anuario.
Lo mismo ocurre con la noche de los museos o noches en blanco, donde se producen colas en museos que en un horario habitual no tienen tanta afluencia. ¿Por qué? Otra vez el eco mediático. Bienvenido sea entonces.
¿Medida del éxito?
Cuando muchas veces los responsables de los museos se tienen que preguntar si han tenido éxito o no con una exposición temporal o incluso con la colección permanente, se acude a las cifras de visitantes. Un abultado número y su comparación con otros de otros museos puede hablar de su resultado. Pero… ¿importa la cantidad o la calidad? ¿Por qué no las dos?.
Aventuramos que la calidad de la visita es que las personas que han decidido entrar al museo han aprendido algo, han salido “siendo mejor persona”.
Las cifran abultadas llenan el corazoncito museístico (y el político). Además, cuando estas cifras descienden se entiende como una noticia muy mala.
La gran mayoría de veces el museo depende del entorno, de si la ciudad es muy visitada o no, de si los turoperadores deciden traer a los turistas al museo y de la localización del mismo. El museo de la Cuchillería de Taramundi en Asturias (España), por ejemplo, es un excelente museo privado, pero está en un lugar muy apartado.
Cuántos visitantes se han enterado verdaderamente de lo expuesto
¿Se han quedado sólo en la superficie? ¿Han exclamado “muy bien, Velázquez pintaba muy bien” ó “¡qué genialidad!, ha representado lo que sucede mientras el propio Velázquez retrata a los reyes”?
Es normal el comentario… voy al Louvre porque… ¡cómo no voy a ir estando en París!. Luego preguntas un poco más y el comentario de algunos es que se aburrieron, se cansaron, eso sí, estuvieron junto a la Gioconda. Algo falla en estos casos.
Para paliar esto ya sabemos que el museo tiene que tener los materiales y recursos necesarios (visitas guiadas, hojas de sala, cartelería, audioguías, etc.).
Y además ha de hacerlo ameno para personas que no sean sólo entendidos del arte y la Historia.
Obligatoriamente esto nos conduciría a una discusión que al final acabaría en hacer rellenar al visitante un cuestionario que permita valorar si se han enterado de algo.
No descubrimos nada porque ya los museos lo hacen, pero es sólo una muestra.
¿Y si se pudiera hacer a todo el mundo? ¿Y si no hiciera falta asaltar al visitante?
Estamos cerca de conseguirlo, las nuevas tecnologías nos brindan un montón de herramientas, sólo hace falta explotarlas. En AudioViator intentamos poner estas tecnologías al servicio de los museos (otra cosa es que podamos conseguir al menos que nos reciban para que nos escuchen).
Como siempre, tomad este artículo como una opinión más de personas relacionadas con los museos, como usuarios de los museos.
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