En este artículo reflexionaremos sobre los cambios tecnológicos recientes, disertaremos sobre cómo afectan a los museos.
En muy poco tiempo la tecnología o la manera de relacionarse entre los ciudadanos o entre las organizaciones (empresas, entidades públicas y colectivos sociales) ha cambiado de manera vertiginosa. Un amigo, director de museo, me decía “yo no sé qué va a ser ahora, ¿los blog? ¿las app? ¿las redes sociales?”.
Contamos nuestra experiencia. En 2009 lanzamos nuestra web, AudioViator.com, donde cualquiera podía descargar audioguías a su móvil o reproductor mp3.
Posteriormente y, viendo que los accesos a internet estaban siendo cada vez más desde el móvil, presentamos en 2012 nuestra app. De esta forma también aprovechábamos la capacidad de geolocalización de los smartphones.
Después pensamos en crear una web para móviles en 2013. Menos mal que no lo hicimos, porque ahora, en 2014, ya nos inundan las tabletas con sus diferentes tamaños de pantallas, esos móviles gigantes o esas tabletas pequeñitas, según se mire. Hoy nos estamos planteando adaptar la web para todos estos tamaños de pantalla, en términos técnicos: hacer nuestra web responsive (en cristiano, sensible a diferentes tamaños de pantalla).
Este es un ejemplo de lo que ha ocurrido en 5 años.
Evaluar la tecnología
Realizar un frío análisis es primordial y sobre todo tener mecanismos de evaluación del sistema. Implantamos el sistema y pensamos que se debería intentar conocer su resultado, su uso.
Un ejemplo: si se instala una pantalla interactiva con un juego didáctico y no se realiza un recuento de cuánta gente lo usa, no sabremos si se está errando o no. Si precisa ser cambiado de sitio o si se ha de elaborar algún tipo de reclamo para acercarlo al público.
También es bueno realizar un análisis previo. Continuamente saltan al mercado novedades, pero si aún no son tecnologías maduras pueden suponer un sonoro fracaso. Un ejemplo de esto son las audioguías por bluetooth. Cualquier informático sabía que el recorrido de esta tecnología es muy corto (como su alcance) y que sus usos son muy limitados. Aún así hubo museos que lo instalaron.
En un excelente número 7 de la revista del ICOM se hace un repaso a todo lo relacionado con las tecnologías.
Está claro que los medios audiovisuales tienen la capacidad de sintetizar mensajes por lo que están siendo muy útiles para los museos, tanto en exposiciones temporales como en las colecciones permanentes. Justamente en las exposiciones temporales se pueden probar y ver si en el futuro se pueden aplicar en las colecciones permanentes.
La web del museo
Hay algunas tecnología que no parece que vayan a caducar en muchísimo tiempo, hablamos de la web del museo. Algo que es muy importante ya que muchos futuros visitantes llegarán al museo por la web, buscándolo por internet. Aun así hay museos que no la tienen. Pero no solamente es tenerla, sino mantenerla, agregar contenidos y adaptarla a los nuevos tiempos cuando sea preciso.
También hay que analizar qué consultan los visitantes en ella. Con Google Analytics es relativamente sencillo saberlo.
Lo ideal sería que los responsables del museo sean quienes administren su web, pero… si dependen de una red de museos, de complejas administraciones… tienen verdaderos problemas a la hora de cambiar cualquier cosa de su web y mucho menos realizar cambios sustanciales.
Para colmo, llegan nuevos formatos como las tabletas o los smartwatchs, por no hablar de la visualización en los smartphones.
Las app: ¿una solución?
Algunos museos han optado por irse renovando tecnológicamente por esta vía.
Con poderosas fundaciones detrás, varias empresas han desarrollado app, pero, tal y como nos preguntábamos en un artículo de hace unos meses: ¿qué resultados están teniendo? La verdad es que muy discretos.
Eso sí, las empresas que han creado estas app han cobrado y siguen recomendándolas a estos clientes institucionales. Lógico, una empresa está para vender su producto y para ganar dinero, por mucho que se puedan revestir de algo social y justo.
Pero, ¿qué número de descargas están teniendo las aplicaciones móviles de museos? Realmente bajo respecto al número de visitantes. No es algo masivo. ¿Merece la pena?.
Se arguye que así la gente puede disfrutar del museo en casa… y sinceramente no parece algo que el público realice mucho en su casa, lo más normal es que alguien busque información en internet, no en una app. Justificaciones no faltan.
Con franqueza, la mayoría de la gente tiene instalado en sus móviles aplicaciones que usa habitualmente, entre otras cosas porque las app ocupan memoria.
Podría justificarse como una app que descargan y que luego desinstalan una vez visitado el museo, pero… hay otros caminos más sencillos que las app para conseguir lo mismo. Los resultados obtenidos avalan esta tesis.
Nos preguntamos: ¿no será antes adaptar la web del museo para que se vea bien en los móviles?.
Igual pasa con las apps en ciudades y lugares turísticos. Os invitamos a que os metáis en Google Play (que es el único que ofrece el número de descargas) y veáis su número. Podéis buscar por audioguía o guía y el nombre de una ciudad o museo. La sorpresa es mayúscula.
Visitas virtuales: propuestas originales
En agosto de este año saltó a los medios el proyecto que mediante robotes permitía durante 5 días recorrer los oscuros pasillos de la galería de arte Tate Britain. El acceso a estos autómatas se hacía por internet de forma que se permitía ver el museo a personas en diferentes lugares del mundo.
La verdad es que es una manera original de “aprovechar el museo” por la noche. Además de una gigante campaña que ha permitido que este museo esté en los medios de comunicación de medio mundo.
Se nos antoja como una propuesta emocionante, pero que dependiendo del coste no sabemos si se impondrá en otros museos.
Las galerías virtuales no cerrarán los museos, la experiencia de contemplar en directo las obras no tiene parangón. Otra cosa es que sirva para que cómodamente se puedan realizar estudios, consultas, a modo de biblioteca visual virtual.
La difusión de la cultura, el que se produzca la visita al museo, el acercar el arte, la historia y la ciencia deberían ser uno de los objetivos de la aplicación de la tecnología a los museos.
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