Estamos acostumbrados a que los enclaves turísticos tengan siempre detrás un fundador, un brazo ejecutor conocido, ya sea un rey, obispo, empresario, político democrático, etc.
La decisión de alguien provoca la transformación del entorno hasta que hoy en día se convierte en un lugar donde disfrutar.
Pero hay algunos raros paisajes que se han ido formando mediante la contribución anónima de muchas personas que, siguiendo una moda o movimiento social, transforman el lugar con algún fin.
Es el caso del típico lugar donde los enamorados dejan un candado como muestra de amor de una pareja. Hay un montón de ejemplos como el Puente Milvio de Roma, el Puente de Rialto en Venecia o el puente de las artes en París.
También sucede con la horrible costumbre de pegar un chicle en la pared y que a lo largo del tiempo muchas personas imitan constituyendo un mural de dudoso gusto.
Podría englobarse en estos paisajes a los cementerios, donde cada uno de los finados o sus familiares pueden construir sus tumbas más o menos espectaculares. Pero no entrarían en la categoría de anónimos.
El bosque de las Hadas de Somerset
Ha saltado hace poco a los medios de comunicación anglosajones que a las autoridades se les ha ido de las manos el “Bosque de las Hadas de Crewkerne”, Somerset, en el oeste de Inglaterra.
Este es un lugar que haría las delicias de los niños. Un bosque donde podemos encontrar en los poderosos troncos de los robles, las hayas y los fresnos unas pequeñas puertas de cuento.
Aprovechan las oquedades de la parte inferior donde además se han introducido pequeñas mesas y sillas para que cuando el niño abra la puerta se tope con la casa de las hadas.
El problema es que la fijación de estos elementos casi oníricos, daña a los árboles. A ello hay que añadir la abundancia de hojas de papel donde los niños plasman sus deseos para las hadas.
Además, las puertas se desprenden y con sus tornillos, de forma que se convierten en objetos que pueden dañar a los niños que los visiten.
Todo empezó hace 4 años, cuando apareció la primera puerta, hoy ya son más de 100 repartidas en unas 8,5 hectáreas propiedad de la Wayford Woods Charitable Trust.
Algunas son estéticamente más atractivas, otras llaman la atención por sus chillones colores.
Ahora se quiere limitar la proliferación de las puertas férricas.
Tal vez este lugar se convierta en un enclave turístico para todo aquel que visite la zona. Como reclamo pensamos que es muy bueno, ya que incide en el turismo familiar con niños pequeños, no siempre bien explotado fuera de los parques temáticos.
Si en ese lugar hay cosas que contar crearemos una audioguía.
Hasta el próximo artículo.
Deja tu comentario