Los códigos QR (quick response, respuesta rápida), códigos bidimensionales o bidi son algo que los museos se plantean o se han planteado instalar en sus museos. En este artículo pretendemos plantearnos si son útiles y si de verdad son necesarios. Seremos muy críticos.

Código Qr

Los vemos en infinidad de lugares, es casi una moda que torna en fiebre. Su aspecto futurista asocia a todo lo que toca a “algo de vanguardia”… “mira tienen códigos QR, están a la última”… pero, nos preguntamos: ¿realmente la gente los utiliza? ¿O quedarán restringidos a determinados usos?

Veamos primero qué son.

Qué es un código QR

Es un gráfico en forma de pegatina, papel o como queramos, que al igual que los códigos de barras de algo que compramos sirve, si se escanea, para llevarnos a un recurso web (una página web específica, una imagen, un vídeo, una descarga, etc.).

Por lo tanto, precisa de algo que lo interprete, de un lector. Hoy en día hay aplicaciones móviles que permiten su lectura. Por cierto, no vienen de serie instaladas, por lo que si queremos escanear un código QR necesitamos previamente estas app.

Su creación es barata, hay un montón de generadores automáticos. Otra cosa distinta es lo que cuesta crear el recurso al que conduce y el pensar muy bien su implementación en un museo, por ejemplo.

Morir de éxito

Anuncio con QR

Hoy en día los vemos ya en cualquier lado, pero se está viendo que muchas veces no son útiles. Por ejemplo, en la última campaña electoral (elecciones europeas 2014) ninguno de los candidatos de los grandes partidos en España los usó en su cartel, pusieron la dirección web del partido.

Sólo hay que aplicar la lógica: es fácil recordar un web, un QR no.

Se pensó que iba a valer para todo y alguna campaña de publicidad basada en ellos ha fracasado estrepitosamente.

La gente hasta los ponían en sus correos electrónicos… ¿no había posibilidad de poner un enlace? En fin… la “modernez” nos poseyó durante un tiempo.

Además, no siempre se han usado correctamente.

El ser humano: una criatura “floja”

 Imágen publicitaria sin Qr

Somos “vagos” por naturaleza,… flojos, o inteligentes como apuntaba un amigo director de museo.  ¿Para qué voy a ir por el camino largo si puedo ir por el corto? ¿Para qué voy a escanear algo si no sé dónde me va a llevar? ¿Para qué voy a pararme a escanear algo si no tengo cobertura?

Está pasando con la música o las películas, cada vez se venden menos, entre otros motivos, porque podemos escuchar música o ver cine online, ¿para qué acumular cosas en casa de un solo uso?

(Esto también daría pie para hablar de las app para museos y visitas turísticas, lo dejamos para otro artículo).

¿Cómo mido el impacto del código QR?

Es relativamente sencillo, ya que se puede monitorizar a través de Google Analytics estas estadísticas a partir de la fuente.

Lo mejor es hacer una redirección al recurso web, ya que sino veremos que son visitas que nos vienen de dispositivos móviles y no  podremos distinguirlas de las que naturalmente se produzcan buscando el recurso en nuestra web.

Usos que han tenido éxito

Ha habido campañas de publicidad en los que los códigos QR son útiles.

QR en museo

Como veis, se escanea un código QR cuando no queda más remedio que hacerlo o tengo una motivación extra, un premio, un juego, un concurso, eventos no demasiado frecuentes en un museo.

Para las campañas de marketing de productos de consumo puede ser algo a estudiar por ser relativamente barato.

Conclusiones

Cuando tenemos que clasificar un montón de elementos y precisamos de su asociación con una web pueden tener utilidad. Eso sí, convendría que la web del museo a la que conduce estuviera formateada para que se viera bien en un teléfono móvil.

Además, si en el museo no hay buena cobertura móvil… será algo completamente inútil.

Como veis, somos muy críticos con estos códigos en museos salvo para la clasificación de piezas para un sector de público muy interesado en conocer datos de determinadas obras.

Otra cosa será la tecnología NFC, más cómoda ya que no precisa abrir la cámara del móvil para escanear. Hablaremos en otra ocasión de ello.

Los QR en museos ¿útiles?
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