Hace muy poco ha saltado una noticia a los medios: encontrado galeón español con un tesoro de más 300 monedas de oro en Florida.
Ya está, otra vez estamos en la Isla del Tesoro, otra vez la visión romántica del expoliador con botella de aire cuando no, armado de un sofisticado robot que destrozará lo que sea menester hasta hallar el preciado oro.
Es tremendamente curioso que no se haga un ejercicio crítico de lo que significa que unas personas entren en un barco hundido y saquen lo que les venga en gana.
Independientemente de a quién pertenezca el cargamento, de las aguas, de las jurisdicciones, el problema es que se permita en algunos lugares del mundo el que cualquiera, legalmente, pueda campar a sus anchas en un yacimiento arqueológico.
Según las informaciones periodísticas parece ser que los Schmitt han encontrado los restos de una flota española hundida por un temporal en 1715.
La posición de los objetos
La topografía es una gran aliada de la arqueología. La posición de los objetos, de todo resto hallado, es fundamental a la hora de poder saber qué es lo que ocurrió allí, de la época, de las técnicas y mucho más relacionado con un momento histórico concreto.
La arqueología no se mueve por el valor monetario de lo encontrado, sino por el valor histórico, que se nos antoja algo más permanente, transcendente y que ayuda a la humanidad a conocerse por simple hecho de hacerlo.
Es triste que esto no se comprenda y que todo termine con un pitido glorioso del detector, y con la carcajada de los que piensan que la Historia no es más que una mina a explotar.
Aquel navío también es historia de los Estados Unidos. En su día gran parte de aquellas tierras eran parte del Imperio Español, algunos estados han sido más tiempo España que Estados Unidos de América. Esperamos que estos piratas cazatesoros comprendan que su historia no empieza el 4 de julio 1776. Sería como negar todo lo romano en Europa y entrar a saco en los foros y anfiteatros bajo tierra en busca de una pieza dorada.
Un cementerio bajo el agua
Para colmo aquel hundimiento, según lo escrito, supuso la muerte de mil personas, por lo que para muchos no sería ético remover las tumbas de un cementerio antiguo sólo para conseguir metales preciosos.
¿Sería ético remover las tumbas de un cementerio sólo para conseguir metales preciosos? ¿Lo permitiría la ley moral? Parece que los que meten a Dios hasta en la sopa no Le subieron al barco desde el que los buzos bajaron al asalto.
Siguiendo el romanticismo con que la mayoría de la prensa ha envuelto el suceso, casi apetece que haya una maldición que pese sobre los restos y que esos mil fallecidos se les aparezcan mientras ellos duermen abrazados a sus Spanish coins.
Tan sólo imaginemos que en el futuro las bibliotecas se abandonaran y que de vez en cuando un grupo de personas hicieran agujeros en las paredes o rompieran las ventanas para ir sacando libros y venderlos. Las carnes se nos abrirían a muchos. Pues lo mismo bajo el mar añadiendo el interés del contendedor destrozado (el barco), una historia desconocida y cientos de los fallecidos.
La enseñanza de la Mercedes
El caso de la fragata Mercedes cuya exposición se puede ver hoy en día en el MARQ de Alicante supuso un revés a esos cazatesoros. Pero aquella batalla se ganó, la guerra no.
También en el Museo de Arqueología Submarina de Cartagena, ARQUA, se puede conocer permanentemente la importancia del patrimonio submarino.
Os animamos a visitar la exposición y museos, a conocer el caso, porque enseña al mundo que fuera de reivindicaciones nacionalistas, del valor del cargamento, está el valor histórico del conjunto, donde quizás lo menos importante sean esas monedas.
Os podemos asegurar que a España le hubiera venido bien fundir las monedas y hacerlas lingotes, pero en vez de eso se han estudiado, conservado y preparado su divulgación. Ahora mismo se regresa al lugar del naufragio en una misión científica. No se trata de la historia de un país o un vetusto y olvidado imperio sino la historia del mundo.
Esperamos que esta exposición viaje por muchos lugares para enseñar al mundo que debajo del agua también hay arqueología. Entre los cardúmenes, corales, anémonas, esponjas y algas también hay páginas de la Historia que esperan a ser leídas, como las hay entre las leguminosas, saltamontes, hormigas y escarabajos de un yacimiento arqueológico en tierra. Esa lectura tiene que ser la de los profesionales de la arqueología con el apoyo de otras personas de múltiples disciplinas, pero nunca la de una familia o empresa cuyo objetivo es hacerse ricos rápidamente expoliando.
Creemos que la solución viene de nuevo de la ley de cada país, de cada estado, que pueda parar esta locura que vende el pasado en lotes.
Desde AudioViator poco podemos hacer más que “desfogarnos” en este texto y ofreceros la audioguía que creamos para la exposición de la fragata Mercedes del Museo Naval.
Deja tu comentario