Sabéis que en AudioViator se pueden crear contenidos en forma de audioguías.

Muchas veces nos encontramos que los usuarios quieren plasmar lo escrito en un folleto en el texto de la audioguía. Craso error.

En este artículo disertaremos sobre los errores más frecuentes y cómo lo vemos nosotros desde nuestra experiencia como creadores de contenido y, por supuesto, como usuarios de las audioguías.

La gente se puede aburrir

Cada vez más la sociedad tiende a consumir todo frenéticamente, queremos distraernos, que nos estimulen con cosas sorpresivas y sencillas en su resultado final. Producto de todo esto los museos llevan ya un tiempo reduciendo los textos de sus salas, añadiendo esquemas, imágenes, audios, vídeos, etc.

Es bueno que el locutor haga inflexiones, que haga preguntas, que señale lo curioso pero que explique también lo importante. No inventamos nada, los buenos guías turísticos lo hacen así.

El tono debe ser distendido, ameno, si no, los escuchantes se aburrirán y usarán los bancos del museo para echar una cabezadita.

Nosotros pensamos que la información ha de jerarquizararse, que el que quiera buscar más información pueda encontrarla, pero tampoco ofrecer unos textos pobres, o excesivos de primeras.

La anécdota: el “kétchup” de la explicación

También hay que abstraerse y preguntarnos qué les llamará la atención a las personas que visiten un lugar. ¿Por qué no contar qué es una catedral o qué es un monasterio? ¿Qué funciones desempeñan actualmente? ¿Son simples monumentos? El uso de los objetos y los espacios es muy importante.

A la gente le agrada conocer que tal o cual retrato se pintó para enviárselo a la prometida o prometido, para que viera cómo era su aspecto físico antes de casarse por conveniencia.

También nos gusta comparar con lo que conocemos, aunque sea de forma burda. Se puede afirmar que la cerámica era “el plástico de la antigüedad”.

Los tecnicismos

Hay veces que un profesional explica las cosas a otra persona que no lo es, con palabras técnicas. La mayoría de personas no saben de todo, y a los que ya saben no creemos que le importe escuchar una frase explicativa. Ponemos un ejemplo.

La mayoría de gente no sabe lo que es un frigidarium, ¿por qué no aclarar a continuación que es un baño de agua fría?

El objetivo final de una audioguía es la divulgación, que los visitantes salgan habiendo aprendido más (y según un amigo, “siendo mejores personas”).

Copiar y pegar

Muchos piensan en copiar y pegar un texto de la Wikipedia, pero esto, descontando lo de infringir los derechos de autor y de tener una calidad discutible, no sería lo correcto. A nadie le interesa que un lugar se inauguró el 12 de marzo de 1633, a menos que ese día sea relevante. Con decir que fue en 1633 basta.

La copia literal no está bien, además es mejor beber de muchas fuentes. Alguien dijo que: “copiar a uno es plagio, copiar a varios es… un trabajo de investigación”. Esto es una exageración, pero que sirve para ilustrar que hay que buscar varias fuentes y contrastar. Por ello, crear un texto de audioguía no es sencillo.

Hemos visto varios sitios web de viajes que son sencillamente horribles, “nubarrones” en el cielo de internet, pero que tienen éxito. Son comunidades de viajeros donde piensan que la gente se va a creer la descripción de “esos rincones” a base de malísima información dicho por cualquiera. Sinceramente, cualquiera no te puede explicar un monumento.

De igual manera hay que ser críticos y dudar si no se justifican las fuentes de la información.

Lo bueno si es breve, es dos veces bueno.

La brevedad es necesaria a la hora de explicar algo, si no, nuestro interlocutor se volverá a aburrir. Muchas veces nos preguntan por cuál es la duración o longitud de texto ideal. La respuesta es que depende de qué haya que contar. Para un monumento o museo pequeño 30 minutos puede ser adecuado, pero esto es muy relativo.

Otra cosa es que se le permita al visitante profundizar en lo que quiera añadiendo puntos extras.

Lo que ya nadie puede dudar es que las audioguías son una manera muy potente de llegar a que los visitantes comprendan lo que se expone y su contexto.

El lenguaje de las audioguías
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