Tomar una foto en un museo o en el interior de un monumento no siempre está permitido. Los motivos aducidos son variados y, en general, no se explican, lo que motiva la frustración del visitante.
En una época donde hasta hay redes sociales de imágenes y donde casi todos llevamos una cámara en el móvil, chocan estas normas contra el poco esfuerzo que tenemos que hacer para llevarnos un recuerdo.
También se distingue entre los que permiten fotografiar con flash o si él, los que permiten vídeos o los que prohíben los trípodes o, los recién incorporados, «paloselfis» (viva el spanglish).
Hablamos de la imagen interior, tanto de las salas como de cada una de las piezas expuestas. Pero también algunos museos protegen su imagen exterior aduciendo derechos de autor.
Todas estas políticas tienen sus partidarios y detractores. Analizaremos todas las razones y aspectos.
Los motivos
El deterioro de las obras pictóricas, libros y otras piezas decoradas con pigmentos al recibir la potente luz de un flash, es el principal motivo que se alega. Las luces de xenon desgastan ciertos materiales fotosensibles. Algunos afirman que no está demostrada que la luz de un flash pueda hacer un daño real.
El despiste o el error de los visitantes al hacer una foto puede hacer que salte su flash y motivar el enfado de la dirección del museo. La prohibición de todas las fotos, con flash o sin él, se plantea como solución («muerto el perro se acabó la rabia»).
Además, al posar junto a las piezas, vitrinas y otros elementos emblemáticos se puede dificultar la visita del resto del público del museo.
Algunas visiones más conservadoras consisten en que si hay imágenes de lo que hay en el museo el público ya no va a visitarlo. Pero esto sería tanto como decir que si vemos en Google Maps las imágenes de todos los países del mundo… ¿para qué viajar?. Craso error, solo un iluso haría eso. La experiencia de contemplar en vivo el Cuadro del Entierro del Señor de Orgaz no es nada comparado con ver una foto o vídeo, por ejemplo.
También se da la prohibición de hacer fotos y vídeos de obras de autores contemporáneos o fallecidos de forma reciente (en España se extiende hasta 80 años después de muerto el autor). Existe una completa (y compleja) legislación sobre ello.
Otro motivo es el conseguir ingresos con la prohibición. Aquellos que quieran tomar imágenes han de solicitarlo y abonar un dinero o pedir alguna de las fotos de las que ya dispone la institución. Describamos mejor esto.
Imágenes: fuente de ingresos para el museo
Las mermadas arcas de los museos buscan financiación hasta debajo de las piedras. Empeñados en obtener rentabilidad económica y muchas veces presionados por los políticos, intentan sacar dinero de donde se pueda. Una de las formas es vender la imagen, ya sea cobrando a aquel que va a fotografiar y/o vendiendo postales, álbumes, pósteres, etc.
De aquí saldría el debate de si tienen que ser rentables económicamente o no, de su financiación, de sus estructuras y hasta del modelo de gestión.
La mayoría de personas que quiere hacer una foto en un museo, no lo hacen para obtener dinero con ello. Solo se pretende tener un recuerdo del lugar visitado, compartirlo con sus amigos, inmortalizar el momento. Por ello, en este caso pagan justos por pecadores si se prohíbe. Si alguien cobra por las imágenes tomadas dentro del museo, la institución se tiene que ver beneficiada, arguyen los partidarios de no dejar hacer fotos.
Cada foto es una publicidad gratuita que se hace al museo, dicen muchos. Para otros es una forma de robo. El debate está servido.
El caso más extraño es el de la Torre Eiffel de París donde se puede multar por fotografiarla de noche. La Unión Europea debate sobre ello.
Los palos de selfie
Estamos viviendo la explosión de los autorretratos y de igual forma se alientan desde las redes sociales.
Junto a ello llegó el invento del «palo» telescópico que hace que nuestra “autofoto” pueda ser más digna.
Por ello, los visitantes cargan con ello sin ser conscientes de que puede ser considerado como algo que podría usarse para dañar las piezas. Recientemente el Museo Thyssen de Madrid lo ha prohibido expresamente.
No es de extrañar esta medida ya que si se prohíben los trípodes, ¿por qué no se van a prohibir estos palos?
Museos que lo permiten y los que no
Aquí mostramos los datos de 20 museos españoles. Si los analizamos veremos que predominan los que permiten hacer fotos sin flash.
Fotos con flash | Fotos sin flash | Vídeos | |
Museo del Prado | No | No | No |
Museo Thyssen | No | Sí | Sí |
Museo Reina Sofía | No | Sí (excepto sala Guernica) | No |
Fundación Museo Naval | No | Sí | No |
Fundación Lázaro Galdiano | No | Sí | Sí |
Museo del Romanticismo | No | Sí | Sí |
Museo Sefardí | No | Sí | Sí |
Museo del Ejército | No | Sí | Sí |
La Alhambra de Granada | No | Sí | Sí |
Museu Egipci de Barcelona | No | Sí | Sí |
Museu d’Arqueologia de Catalunya | Sí | Sí | Sí |
Museo Picasso de Málaga | No | No | No |
Templo de Debod, Madrid | No | Sí | Sí, pero no forma continua |
Basílica de la Sagrada Familia | No | No | No |
Palacio Real de Madrid | No | No | No |
Museo Casa de la Moneda de Madrid | No | No | No |
Museo Vostell, Cáceres | No | No | No |
Museo de la Catedral de la Almudena | No, sólo exteriores | No, sólo exteriores | No, sólo exteriores |
Monasterio de San Juan de los Reyes | Sí | Sí | Sí |
Museu de Prehistória de Valéncia | No | Sí | Sí |
Comprar derecho de fotografía
Algunos museos dan la posibilidad de que el visitante puede comprar el derecho a fotografiar todo cuanto quiera en el museo, previo pago de un importe. Entonces se le da un distintivo al visitante de manera que los vigilantes de sala puedan ver que está autorizado para ello. Esto es normal en museos de Túnez, por ejemplo.
Parece que es la solución intermedia, que puede dar más ingresos y otorga libertad a los amantes de la fotografía. Bajo nuestro punto de vista es la mejor opción.
Esperamos que este artículo haya servido para reflexionar un poco.
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